El simple repaso de las noticias de la prensa diaria ofrece cada vez con mayor frecuencia titulares como los que siguen: El 58% de las empresas en todo el mundo han incrementado el nivel de estrés en los dos últimos años; más del 89% de los empleados no se sienten motivados, o que un 63% de la población encuestada afirman que el mal funcionamiento del ordenador les genera estrés.
Los grandes cambios experimentados en las últimas décadas han provocado que tanto trabajadores como empresas sufran un entorno de profundos cambios demográficos, tecnológicos y económicos, que han generado la aparición de riesgos relacionados con la salud mental. El estrés, el acoso o el malestar psíquico que sufren muchos trabajadores y trabajadoras son resultado de una mala organización del trabajo y no de un problema individual, de personalidad o que responda a circunstancias personales o familiares concretas de cada trabajador.
A pesar de ello, son aún muchos los que no quieren reconocer que los riesgos psicosociales suponen en el ámbito laboral una de las grandes lacras del último tercio del siglo XX y de principios del presente. Los efectos negativos para la salud de estos riesgos pueden resultar irreparables sino se previenen con la suficiente antelación.
Sirvan como ejemplo las noticias que recientemente han saltado a los medios de comunicación reflejando el súbito incremento de suicidios que se están produciendo en una conocida empresa francesa motivados, al parecer, por la aplicación de planes de reestructuración interna de la plantilla.
El suicidio de un compañero de trabajo aumenta el peligro de que otros que trabajan con él se suiciden
Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Estocolmo y de la Universidad de Oxford ha confirmado que el suicidio de un compañero de trabajo aumenta sensiblemente el peligro de que otras personas que trabajan con él se suiciden. El caso de esta empresa francesa no es un hecho aislado, por más que no existan estadísticas o estudios oficiales que lo puedan refrendar, en atención al documento aprobado en abril de 2009 por el Consejo de Europa en el que se instaba a preservar el anonimato de las cifras de defunción por suicidio para no incidir precisamente en su repetición. Sin embargo, estudios alternativos han puesto de manifiesto que el suicido de etiología laboral se está extendido en muchas empresas, y que afecta a la mayoría de los sectores, desde las telecomunicaciones hasta la industria minero metalúrgica, pasando por banca y el sector servicios, y sin distinción de categorías profesionales.
La situación concreta de nuestro país queda reflejada en los tres vendedores de cupones asturianos y uno de Badajoz que se han suicidado en los últimos seis meses. Desde ámbito familiar de los trabajadores fallecidos se sostiene que estos suicidios podrían ser debidos a las presiones, mediante amenazas de despido, retirada del quiosco u otra sanción disciplinaria, recibidas por los trabajadores por no alcanzar la productividad fijada como consecuencia del descenso de ventas experimentado como consecuencia directa de la crisis que nos afecta. A fecha de hoy la empresa ni siquiera se ha dignado a investigarlos.
No parece de recibo en fechas navideñas hablar de muertes o suicidios en el trabajo, cuando se nos bombardea constantemente con mensajes de paz, amor y felicidad. Y sin embargo, mientras unos anhelan a lo largo del año la llegada de estas fechas para volver a reunirse con toda su familia, son otros muchos lo que pueden llegar a sentirse realmente mal ante la obligación impuesta de celebrar algo, cuando realmente no se tiene nada que festejar.
Ascienden hasta un 40% los casos de depresiones
Diversos estudios alertan del ascenso de hasta un 40% de los casos de depresiones y suicidios en estas fechas en relación a otros meses del año.
Desde CC.OO. desde hace tiempo, y no sólo durante las fiestas navideñas, se ha venido alertando de las nuevas enfermedades que las actuales formas de organización del trabajo están generando, y que si bien están íntimamente relacionadas con el trabajo, "otros" se empeñan en achacarlo a "problemas personales" a "personalidades depresivas o melancólicas, incapaces de adaptarse a los cambios de trabajo". Sin embargo, los trabajos de campo muestran que las personas más afectadas "son en la mayor parte de los casos, los más comprometidos profesionalmente, empleados modelo, encargados de diversas responsabilidades, que dedican todo el tiempo que sea necesario al trabajo, por encima de su vida privada, que no tienen inconveniente en trabajar toda la noche, los fines de semana y hasta durante las vacaciones".
La otra cara de la moneda es que la prevención de riesgos psicosociales muy poco a poco empieza a ser una realidad, y es que según la encuesta realizada a 700 usuarios del método de Evaluación de riesgos psicosociales COPSOQ-ISTAS 21, con el que se pueden identificar los riesgos psicosociales, evaluarlos y definir las medidas para su posterior intervención, indica que un 25% de las empresas de más de 500 trabajadores usan este método para prevenir este tipo de riesgos. Por otra parte, el método ha sido bien valorado ya que posibilita un enfoque de intervención basado en la participación, y ya ha sido utilizado en al menos 3.600 empresas de 25 o más trabajadoras, es decir, en el 4% del total de empresas españolas de 20 o más trabajadores, número que podría ser en realidad mayor, puesto que no todos los profesionales que lo están usando han contestado la encuesta.
A pesar de las múltiples dificultades con las que nos encontramos, estos datos nos animan a seguir trabajando en esta dirección. Aunque todavía queda mucho por hacer, en realidad casi todo, no es menos cierto que a pasos cortos seguimos avanzando, siempre firmes, ya que nuestra convicción siempre debe de ser la de: "LA SALUD LO PRIMERO".
(Fuente: Lex Nova)
Desea enviar esta noticia por e-mail ?