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Qué es la ‘fatiga Zoom’ y por qué hay que controlarla

A pesar de que ahora no nos desplazamos kilómetros hasta nuestro trabajo, recorremos calles abarrotadas o nos encontramos en atascos interminables, la realidad es que, en muchos casos, terminamos el día más consumidos que antes.

El confinamiento nos ha traído una nueva y paradójica modalidad de cansancio: la fatiga de las videollamadas.

Esta fatiga viene producida por las limitaciones de la tecnología. Así, las salas virtuales donde “nos reunimos” por videollamada aparece a la vista de todos nuestra imagen, sí, pero más fija y rígida que de costumbre, a veces incluso temporalmente congelada, mientras que en la intimidad (familiar) tenemos el cuerpo.

Este simple hecho tiene consecuencias importantes en la fatiga, ya que nuestro sistema tiene que esforzarse más para entender el contexto o percepción que teníamos cuando hablábamos presencialmente.

De esta manera, nos resulta muy cansado no tener otros recursos expresivos (gestos faciales y del cuerpo) o el silencio que forma parte de la voz.

Por otro lado, evitar esta fatiga es importante no solo porque es uno de los signos clásicos del afecto depresivo o la tristeza, sino que además, en plena pandemia, puede hacernos sentir atrapados en nuestras casa, sintiendo cierta angustia y pesadumbre.

(Fuente: La Razón)

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