Estrés térmico en la construcción: una amenaza creciente en España.
España está viviendo un aumento significativo de las temperaturas como consecuencia del cambio climático. Esto se traduce en olas de calor más intensas y prolongadas, que afectan directamente a la salud de la población. Los efectos pueden ir desde síntomas leves como fatiga, náuseas o calambres, hasta problemas graves como enfermedades cardiovasculares, dificultad respiratoria, ansiedad, insolación e incluso la muerte. De hecho, un estudio de ISGlobal reveló que en 2023 más de 8.300 personas fallecieron en España por exposición al calor.
Uno de los ámbitos donde el calor tiene un impacto especialmente preocupante es el laboral. Diversas investigaciones han demostrado que durante las olas de calor aumentan tanto la frecuencia como la gravedad de los accidentes en el trabajo. Según la Organización Internacional del Trabajo, en 2020 se registraron cerca de 18.970 muertes y más de 22 millones de lesiones laborales no mortales en todo el mundo, relacionadas con la exposición al calor excesivo.
Los trabajadores de sectores como la construcción son especialmente vulnerables. Los obreros están expuestos directamente a altas temperaturas mientras realizan tareas físicas intensas durante largas jornadas. Además, suelen tener dificultades para adaptar su equipo de protección individual al calor, y el acceso a agua o zonas de sombra es limitado. Afortunadamente, existen medidas técnicas y organizativas que pueden reducir significativamente estos riesgos. Algunas de ellas son ajustar los horarios de trabajo, hacer pausas frecuentes, garantizar una buena hidratación, usar sistemas portátiles de ventilación o refrigeración, y adaptar el equipo de protección. Sin embargo, su implementación en el sector de la construcción sigue siendo irregular y, en muchos casos, insuficiente.
Entre los principales obstáculos se encuentran la falta de concienciación y conocimiento específico, la presión por cumplir plazos, la escasa formación en prevención al calor, y la ausencia de normativa específica o incentivos. Así lo señala un estudio realizado por la Dra. Fuertes y Q. Ayoubi de la University of Reading (Reino Unido).
A nivel internacional, organismos como OSHA (EE. UU.), HSE (Reino Unido) y AIOH (Australia) han publicado recomendaciones para mitigar el estrés térmico. No obstante, estas directrices suelen ser informales, no vinculantes y poco adaptadas a las condiciones reales del trabajo al aire libre. En España, la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, el Real Decreto 486/1997 y el RD-ley 4/2023 establecen ciertas obligaciones para las empresas en situaciones de calor extremo. Aunque se basan en criterios objetivos como las alertas meteorológicas oficiales, muchas de las medidas se describen de forma genérica, sin especificar acciones concretas. Por ello, han sido calificadas como “poco ambiciosas y concretas”.
En resumen, ante la falta de directrices específicas y obligatorias, proteger a los trabajadores frente al estrés térmico requiere el compromiso activo de empresas, profesionales de la seguridad y los propios trabajadores. Para ello, es fundamental aumentar la concienciación, mejorar la formación y aplicar políticas específicas y eficaces para garantizar la salud y la productividad en un entorno laboral cada vez más cálido.
Dra. Dª. Alba Fuertes
Associate Professor in Construction Management
School of the Built Environment, University of Reading