Desde los años ochenta asistimos a un cambio de mentalidad propiciado por la globalización y las tecnologías de la información, contemplándose como caducas formas tradicionales de dirección basadas en una rígida y autoritaria jerarquía, pues para ser competitivas –este es el principio que se ha impuesto- las empresas necesitan de trabajadores participativos y cohesionados, además de formados específicamente.
Drucker, un maestro de maestros en administración de empresas, ya pronosticaba que la unidad de trabajo no seguiría siendo el individuo sino el equipo. Y ello ha producido que las competencias profesionales tengan que apoyarse en las aptitudes sociales y emocionales, de manera que el factor humano se valore en gran medida por lo que pueda aportar cada individuo al conocimiento colectivo, a fin de producir más o mejor.
Y así es como las capacidades de comunicación se han convertido en un instrumento fundamental, tanto para favorecer el trabajo en equipo y la interacción personal, como para la optimización de las acciones de formación, información y divulgación, de cualquier organización que se precie.
Sin lugar a dudas la prevención es una disciplina que se debe nutrir de estas competencias, pues las funciones de asesoramiento y apoyo técnico lo requieren enormemente. Y es que tanto para promover comportamientos como incluso para instrumentar adecuadamente planes y evaluaciones u otros documentos, el profesional de la seguridad y salud ha de: Preparar, convocar y desarrollar reuniones - Acometer inspecciones, visitas, evaluaciones - Implantar contenidos documentales, procedimientos, sistemas - Instruir, asesorar, formar e informar - Coordinar, motivar, impulsar…
Pero como se venía diciendo tales técnicas de gestión necesitan de una adecuada interacción personal e integración colectiva, es decir, necesitan de: Reunirse adecuadamente - Implicar en la gestión del riesgo y en la aplicación de medidas - Comunicar hábilmente documentos y planes - Dotar estudios, planes, actas, informes, instancias - Acomodar lo redactado a lo que se quiere transmitir - Mejorar en general la comunicación verbal-gestual, y por escrito - Interesar instrucciones, críticas, escucha activa-retorno - Negociar con éxito y evitar o arbitrar conflictos - Proyectar comunicaciones e informaciones adecuadas, etc.
Sin lugar a dudas estas y otras competencias transversales deben formar parte con rotundidad de las acciones formativas dirigidas a los profesionales de la prevención, como ya viene fomentando el CNCT-INSHT en sendas reuniones con las Universidades españolas que mantienen postgrados en la materia.
Por todo ello y por convencimiento propio esta Asociación viene desarrollando una activa campaña de sensibilización (véase Encuentro IV y Actividad nº 2 de 2013, “La formación en SSL: requisitos, objetivos y metas”). El 20 de noviembre pretendemos completar esta campaña, dedicando el V Encuentro de Expertos en Seguridad y Salud Laboral de Andalucía a la comunicación y las nuevas tecnologías, como recursos propios e imprescindibles del coordinador de seguridad y salud laboral y demás prevencionistas de la obra, insistiendo en la importancia de la formación del especialista en materias transversales como ésta, además de seguir propiciando a través de tales actos congresuales la unión de todos los profesionales para potenciar la reivindicación de mejoras y la inserción de los mismos en órganos de participación autonómicos y nacionales.
Julio Miño Terrancle.
Presidente
Asociación Científica de Expertos en SSL de Andalucía