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Editorial

En nuestra sociedad, la electricidad es la forma de energía más utilizada. Esto unido al hecho de que no es perceptible por la vista ni por el oído, hace que sea una importante fuente de accidentes.

En el ámbito laboral, la producción, transporte, distribución y sobre todo la utilización de la energía eléctrica hacen que casi la totalidad de los trabajadores se encuentren expuestos al riesgo eléctrico. Sus singularidades, representan una serie de riesgos específicos relacionados con la electrocución, quemaduras por arco eléctrico o la generación de incendios y explosiones, aunque también puede representar otros riesgos comunes para los trabajadores como golpes, cortes, caídas, etc., que se producen de manera indirecta tras un contacto eléctrico.
Las consecuencias del paso de la corriente eléctrica a través del organismo causan lesiones de distinta gravedad que pueden ir desde un cosquilleo inocuo hasta la muerte por paro cardíaco, asfixia o grandes quemaduras. El primer accidente eléctrico con resultados mortales producido por la electricidad industrial fue descrito en Francia en 1879 y después de más de un siglo, los trabajadores siguen sufriendo este tipo de accidentes con diversas consecuencias. En España, en lo que llevamos de siglo XXI, el análisis de los accidentes laborales ocurridos por contacto eléctrico a partir de los datos ofrecidos por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en el periodo 2000-2012, nos muestra que 303 trabajadores perdieron su vida, 936 trabajadores sufrieron lesiones graves o muy graves y 19.616 trabajadores se vieron involucrados en este tipo de accidentes con consecuencias leves. Si comparamos estas cifras con el total de accidentes laborales ocurridos en nuestro país en el mismo periodo (15.538 accidentes mortales, 139.764 accidentes graves o muy graves y 11.451.809 accidentes leves), podríamos pensar que los accidentes por contacto eléctrico no son tan representativos, pero si analizamos las consecuencias graves o fatales de los accidentes, la perspectiva cambia por completo. De hecho, comparando la proporcionalidad de ambos resultados, vemos como las posibilidades de que un accidente eléctrico tenga consecuencias graves o muy graves se multiplican casi por 4 y las posibilidades de que las consecuencias sean fatales se multiplican casi por 11.

En cuanto al riesgo de incendios por causas eléctricas, se reconoce que alrededor del 20% de los incendios en edificios son debidos a un defecto eléctrico causado habitualmente por el deterioro del aislante de los conductores que forman parte de la instalación. Considerando que actualmente en nuestro país más del 60 % de los edificios supera los 30 años desde su construcción, es previsible que la falta de adaptación y mantenimiento en las instalaciones eléctricas haga que no se cumplan las condiciones exigibles de funcionalidad y seguridad. Esta situación provoca accidentes con más frecuencia de la deseable ya que según Cepreven, en España se producen 7.300 incendios al año por causas eléctricas, es decir, unos 20 incendios diarios y esta cifra aumenta a un ritmo del 7% anual.

Estas cifras sugieren que los riesgos potenciales asociados a las instalaciones eléctricas requieran un gran esfuerzo e interés en cuanto a su gestión, teniendo en cuenta además que cada día cobra más importancia la identificación y control de los posibles sucesos que presentan una baja probabilidad pero desencadenan graves consecuencias, como el caso que nos ocupa.

Así pues, para minimizar y controlar los riesgos derivados de la electricidad en cualquier instalación resulta necesario un mantenimiento efectivo que comprenda verificaciones y revisiones periódicas. Para ello, las nuevas regulaciones en distintos países juegan un papel fundamental en cuanto a la determinación de las inspecciones de nuevas instalaciones eléctricas de cara a maximizar las condiciones de seguridad, aunque en el panorama actual es imprescindible establecer mecanismos de control sobre instalaciones antiguas.
Después de una pequeña reflexión basada en los datos expuestos les invito a que se pregunten lo siguiente: ¿Cuántos años tiene la instalación eléctrica de su lugar de trabajo?, ¿Cuándo fue la última vez que pasó una revisión?, ¿Estamos ante una asignatura pendiente?...

Manuel Suárez Cebador
Profesor de Organización de Empresas. Universidad de Málaga
CEO Syenergy Spin Off


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