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Editorial

La contaminación acústica es algo que nos rodea continuamente en nuestra vida diaria, tanto a nivel personal como profesional. Prácticamente todas las actividades humanas producen generación de ruido que, según los casos y las personas afectadas, puede ser más o menos intrusivo en nuestra vida, y más o menos peligroso para nuestra salud.

Se pueden poner multitud de ejemplos con estudios científicos que avalan que, cada año, se produce una mortalidad debido a excesivos niveles de ruido, en nuestras ciudades fundamentalmente, equivalente a la producida por los elevados niveles de contaminación química. Asimismo, es un contaminante que, a nivel laboral, afecta a miles de personas que se ven afectadas por hipoacusia generada por exposición a elevados niveles de ruido que, en muchos casos, es inhabilitante profesional o personalmente. Todo esto hace que desde el año 2002 esté regulada la exposición laboral a ruido a nivel europeo por la Directiva 2003/10/CE, y desde el año 2006 transpuesta en España mediante el RD 286/2006. Anteriormente lo estuvo por el RD 1316/1989.

Por la parte medioambiental, la Organización Mundial de la Salud (OMS-WHO) ha realizado múltiples estudios en este sentido, cifrando la frontera del nivel de ruido diario tolerable e intolerable en 65 dBA en horario diurno, valores que son sobrepasados ampliamente en nuestras ciudades, donde fácilmente se alcanzan niveles de 75, 80 y más dBA. Es decir, perdemos mucha calidad de vida por la sobreexposición a niveles de ruido excesivos que sufrimos en nuestras ciudades.

Pero el ruido/sonido también es un factor que los humanos percibimos desde diferentes focos y con distintos efectos provocándonos, aparte de molestias, sensaciones, impresiones, a veces sentimientos, y recuerdos de otros momentos. Es decir, el sonido es un “factor de vida” fundamental para las personas. Y este factor es muy tenido en cuenta por los fabricantes de productos que deben ser vendidos. En otras palabras, el sonido es, cada vez más, un factor de venta prioritario en muchos sectores. Pueden verse ejemplos, en electrodomésticos (sistemas de climatización, lavadoras, etc). Y una industria en la que el estudio del ruido es fundamental es la industria del automóvil. Las grandes marcas automovilísticas dedican equipos de ingeniería a estudiar y mejorar cualquier sonido producido por el coche o la moto. Desde como suena el motor, a como sube o baja una ventanilla o el ruido que se produce al abrir o cerrar una puerta.

Todo esto dibuja la importancia que el estudio del ruido genera en nuestras vidas. Lo sufrimos, lo disfrutamos, lo añoramos a veces. Es algo indisoluble a nuestra naturaleza, pero que muchas veces se torna dañino y muy perjudicial. Pero también nos gusta en muchas ocasiones. Como dice la canción, “…contigo porque me matas, sin ti porque me muero…”.

Dr. D. Antonio José Cubero Atienza.
Director de la Agencia para la Calidad Científica y Universitaria de la Junta de Andalucía.
Catedrático de Universidad, Universidad de Córdoba.

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