Nuestra web utiliza cookies para proporcionar una mejor experiencia de cara al usuario.
Si está de acuerdo con ello solamente pulse el botón aceptar y se ocultará este espacio, si quiere saber más visite el enlace 'Más información'.

Aceptar Más información

english | français | deutsch | italiano | traductor                  
logotipo
borde superior

Noticias

Eclipse ecológico en China

22/08/2010

Un vertido de petróleo en el Mar Amarillo que podría ser tan grave como el del «Exxon Valdez» y que, sin embargo, ha sido minimizado por el Gobierno chino mientras miles de pescadores recogen el crudo, literalmente, a pelo y con sus propias manos. Otro derrame químico en el río Songhua, donde ya en noviembre de 2005 se vertieron 100 toneladas de benceno que obligaron a cortar el agua en Harbin, una ciudad de cuatro millones de habitantes, después de que las autoridades lo ocultaran una semana.
La presa de las Tres Gargantas convertida en un gran vertedero del que cada día se retiran 3.000 toneladas de desperdicios y donde islotes de basura de hasta 60 centímetros de grosor flotan sobre 50.000 metros cuadrados del embalse. Y, para terminar, más de un millar de muertos por los corrimientos de tierra que han provocado las inundaciones en la provincia de Gansu. Este verano, la Naturaleza ha dicho basta en China, que ha basado su extraordinario crecimiento de las tres últimas décadas en una industrialización frenética y totalmente a espaldas del medioambiente.

Como consecuencia, el gigante asiático es más rico que antes y, en términos brutos, aspira a desbancar a Japón como segunda potencia económica del planeta y a relevar a Estados Unidos en los próximos años. Pero ese progreso se ha producido a costa del entorno natural y la contaminación ya es uno de los principales problemas que sufre China, donde la polución se cobra cada año unas 400.000 vidas y genera unos gastos que ascienden al 10 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).

El precio del progreso.

Según cifras oficiales, el 70 por ciento de los ríos y grandes lagos del país están seriamente deteriorados y la lluvia ácida afecta a la mitad de sus 696 grandes ciudades y a un tercio de la superficie nacional, incluyendo vastas extensiones de cultivos. Con los cielos de la industrializada costa permanentemente cubiertos por una espesa nube gris que oculta al sol, el 27 por ciento de las 341 mayores urbes y 116 millones de personas padecen unos niveles de polución en el aire «muy peligrosos».
El 70% de los ríos y grandes lagos del país están seriamente deteriorados Eso es lo que ocurre en Linfen, que arrastra desde 2007 el sambenito de ser la ciudad más contaminada del mundo. Enclavada a orillas del degradado río Fen, en la provincia minera de Shanxi, en el centro del país, Linfen padece los efectos de la revolución industrial que está transformando a China en pleno siglo XXI.
Como en el Londres de Dickens, sus cuatro millones de habitantes son víctimas de la polución que provoca el carbón, ya que este mineral genera el 70 por ciento de la energía eléctrica que se consume en el país, donde la demanda no hace más que crecer espoleada por su imparable desarrollo.
Rodeada por decenas de minas, siderurgias y centrales térmicas, una espesa neblina gris que impide ver más allá de unos pocos metros suele cubrir Linfen, donde los niveles de dióxido de azufre y otras partículas tóxicas superan los límites aceptables para la salud. Por si fuera poco, el río Fen está tan sucio que los cortes de agua son frecuentes. Sobre todo en invierno, cuando funcionan a pleno rendimiento los pozos y las calderas de la calefacción, sus habitantes se asfixian en una nube de carbón letal para su salud.

Enfermedades

«Entre cáncer de pulmón, bronquitis y neumonías, las enfermedades respiratorias causadas por la contaminación copan el 70 por ciento de mis consultas», explica a este periódico un médico de Linfen que prefiere ocultar su identidad por miedo a represalias del Gobierno. Como siempre, los más afectados son ancianos y niños, muchos de los cuales deben acudir a los respiradores artificiales instalados en los seis hospitales de la ciudad y hasta recibir medicación por vía intravenosa.
«Estamos preocupados por nuestra salud porque han proliferado las enfermedades»Aunque el régimen de Pekín ha cerrado cientos de minas ilegales para frenar la contaminación y su alta siniestralidad y ha invertido miles de millones en mejorar la calidad del aire, los habitantes de Linfen siguen pagando el alto precio del desarrollismo por decreto.
«Estamos preocupados por nuestra salud porque han proliferado las enfermedades y ahora hay mucha gente que sufre cáncer de estómago o tumores cerebrales», teme Lu Jiang, una mujer de 73 años que vive en la cercana aldea de Bei Lu. Prácticamente cada mes, su censo de 1.700 vecinos se ve reducido por nuevas muertes por los más diversos tumores.
En un plano más mundano, las amas de casa se quejan de que la ropa vuelve a ponerse negra en cuanto la cuelgan para secar tras lavarla. En la nueva China de la inflación disparada y la burbuja inmobiliaria, los constructores han visto cómo los precios de los pisos caían en picado porque, según dicen, «nadie quiere vivir en Linfen».
Y el problema no acaba ahí; la contaminación también tiene un alto coste medioambiental. «El tiempo era antes mucho mejor y se veía el cielo azul, pero la polución es ahora muy grave», critica Lu Jiang, quien confiesa que el pueblo de Bei Lu sigue abasteciéndose del río Fen para regar sus cultivos de arroz, maíz y trigo. Como las minas y fábricas vierten sus residuos en sus sucias aguas, Zhang Yunxia, de 20 años, denuncia que «la tierra ya no es verde y las cosechas son cada vez más pequeñas».

El desarrollo avanza .

A su alrededor, el entorno es desolador. Como islotes flotando a la deriva, unos diminutos campos de cultivo sobreviven en medio de un paisaje de tierra removida, montones de arena, zanjas abiertas, descamisados albañiles con cascos amarillos tostados por el sol, desvencijados camiones y hormigoneras. Como en el resto de China, las afueras de Linfen están plagadas de obras. En construcción, este gigantesco país en vías de desarrollo aprovecha su crecimiento económico para llevar a cabo su más radical transformación urbanística construyendo autopistas de varios niveles, levantando puentes con futuristas diseños y edificando nuevas colmenas de viviendas sobre las antiguas casas de ladrillo de los campesinos y las derruidas fábricas de la época comunista.
En medio de charcos marrones de barro sobre los que salpican una y otra vez destartalados y ruidosos motocarros, un anciano con gorra revolucionaria arregla con parches el pinchazo de una bicicleta en su puesto callejero. A su lado, unos niños con mocos colgándoles de la nariz corretean entre el fango ante la puerta de una tienda de comida.Unos metros más allá, una familia celebra un convite de boda bajo las humeantes chimeneas de las centrales térmicas, que impiden ver el sol. La vida sigue un día más bajo el eclipse ecológico de China.

(Fuente: ABC )

Desea enviar esta noticia por e-mail icono popup?

 
ETSII Universidad de Málaga Ayuntamiento de Málaga Consejería Empleo Limasam Emasa GIOSCTPRL
 

© Cátedra Prevención y Responsabilidad Social corporativa 2011. Actualizada el 15/03/2022
Icono de conformidad con el Nivel A de las Directrices de Accesibilidad para el Contenido Web 1.0 del W3C-WAI Valid HTML 4.01 Transitional Valid CSS Valid RSS