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Juan Carlos Rubio: «La clave para reducir la siniestralidad laboral es integrar la prevención en la gestión diaria»

20/11/2017

Hoy se ha publicado en el Diario Sur una entrevista realizada al director de la Cátedra de Prevención y RSC de la Universidad de Málaga.

Advierte antes de contestar a cualquier pregunta que él habla «desde un enfoque técnico». Y quizá este punto de vista sea el menos escuchado cuando se habla de siniestralidad laboral. Juan Carlos Rubio tiene 50 años y es director de la Cátedra de Prevención y Responsabilidad Social Corporativa de la Universidad de Málaga, creada en 2008, además de catedrático de Organización de Empresas en la Escuela de Ingenierías Industriales.

–Las últimas cifras de siniestralidad laboral parecen alarmantes: 16 muertos en lo que va de año en la provincia, un 33% más que en el mismo periodo, y un 15% más de accidentes graves. ¿Qué está ocurriendo?

–Si me pregunta si es preocupante que hayan muerto 16 personas, ¿cómo le voy a decir que no? Pero hay que entender que las cifras absolutas no son indicativas. Es normal que haya más accidentes laborales porque hay más gente trabajando. Lo que sí es preocupante es que están aumentando los índices de incidencia, que miden el número de accidentes por cada cien mil trabajadores en activo. ¿Significa eso que estamos haciéndolo muy muy mal? Pues seguro que estamos haciendo cosas mal, pero si comparamos con 1995, que es cuando entró en vigor la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en España, hemos mejorado bastante. Mire, durante la crisis la siniestralidad bajó y los empresarios y políticos se ponían la medalla de que estábamos mejorando mucho. Pues ni lo estábamos haciendo tan bien entonces, ni tan mal ahora. Lo que es verdad es que ahora arrastramos una rémora de esos años de crisis, cuando la prevención, como tantas otras cosas, se quedó lo último, porque la empresa tenía que sobrevivir. Hay que volver a arrancar los motores de la prevención.

–¿Qué causas hay tras este repunte de la siniestralidad, más allá del aumento de actividad económica?

–Yo no creo en las causas. En los modelos que se utilizan actualmente para estudiar la siniestralidad laboral se considera que los accidentes emergen de una combinación de pequeñas variaciones que se producen en los entornos de trabajo. Si existieran causas como tales, si se eliminaran ya no se producirían accidentes. Por ejemplo, la precariedad laboral de la que tanto hablan los sindicatos: ¿es que los trabajadores que no tienen precariedad no se accidentan? Sí se puede hablar de factores contributivos que aumentan la probabilidad de accidentes. Hay un montón. Y la precariedad, efectivamente, sería uno más.

–Y ese factor de la precariedad, ¿cómo es de importante?

–A los sindicatos les interesa analizar este tema desde el punto de vista macro, pero los técnicos tenemos un enfoque micro. Lo que me interesa es: dentro de una empresa, ¿los procedimientos de trabajo están redactados? ¿se integra la prevención en la gestión diaria? Éstos sí son factores importantísimos. La prevención sigue sin estar totalmente mezclada con el resto de condicionantes de la producción. La clave, para mí, es la integración de la prevención en la gestión diaria de la empresa. En España lo que ocurre es que los servicios de prevención se consideran un trámite que hay que cumplir y las empresas no se plantean qué servicio es mejor: van al mejor postor. Y la ley no ayuda.

–Entonces ¿el problema está en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales?

–Esto a los servicios de prevención les sentará mal, porque hay todo un mercado creado y mucha gente trabajando, pero lo cierto es que el espíritu de la directiva europea era que la prevención se trabajara desde las empresas y que se subcontratara sólo lo especializado. Pero aquí no se hizo así. La transposición de la directiva se hizo de una manera muy dirigida a la gestión externalizada: se permite que se contrate toda la gestión preventiva. Eso es una rémora.

–¿Cómo se tendría que modificar esta ley?

–Hay muchísimas cosas. Las empresas ya no funcionan en solitario. El proyecto empresarial está hoy formado por un conjunto de empresas y eso choca con la carga burocrática que tiene la ley. La ley exige mucha documentación. Y una de las partes más difíciles de cumplir se refiere a empresas que concurren en un mismo lugar de trabajo. En esto, la ley no va acorde con los tiempos. Luego está el tema de la seguridad vial laboral. Hay un ministerio por un lado y otro por otro que tienen competencias en los accidentes ‘in itinere’. También están las enfermedades profesionales, que están infradiagnosticadas. Y la judicialización de la prevención. La mitad de los coordinadores de seguridad y salud, si no recuerdo mal, acaban investigados alguna vez a lo largo de su vida. Eso no es positivo. Yo no estoy en contra de que vaya a la cárcel alguien que ha cometido un delito, pero hay un exceso de judicialización.

–¿Habría que afrontar la prevención de riesgos laborales de manera diferente según se trate de una empresa grande o pequeña?

–Lo que se le exige legalmente a una pequeña empresa, pongamos una mercería, y a una industria petroquímica se parece mucho. Se hizo un intento de facilitar las cosas a autónomos y micropymes, que se se llamaba Prevención10 y buscaba simplificar la gestión preventiva para que no tuvieran que contratar un servicio ajeno. Pero no funcionó.

–¿Cómo son los índices de siniestralidad laboral en Málaga en comparación con el resto de Andalucía?

–Son más bajos, probablemente porque en Málaga los servicios tienen un peso relativo muy alto, y en este sector se producen menos accidentes graves. En cambio, el sector agrario, que tiene mucha siniestralidad, ocupa a muy poca gente en la provincia.

–¿Es suficiente la formación que reciben los trabajadores?

–La formación tendría que ser más eficaz y menos formal. Quizá un curso de media hora bien hecho es suficiente y no hay que meterle al trabajador un curso de cinco horas en un aula que no está bien hecho. Por otra parte, la prevención de riesgos laborales no está presente en la educación. En los colegios no se considera una materia transversal. Y en la Universidad ni siquiera en las ingenierías o arquitecturas existe siempre como asignatura troncal. Aquí en Málaga sí, porque yo me empeñé, y en el máster de Ingeniería industrial es obligatoria. Pero debería serlo también en Química, Biología, Medicina... Es lamentable. En la FP, en cambio, sí está metida en todas las disciplinas.

–¿Es suficiente la labor inspectora?

–Nunca es suficiente, pero tampoco puedes poner a un guardia en la puerta de cada empresa. Sería deseable que se sacaran nuevas plazas.

–¿Está estudiado cuántos accidentes se deben a descuidos o fallos de los propios trabajadores?

–Ni todos los empresarios son unos desalmados ni todos los trabajadores son tan concienzudos. Hay ocasiones en las que el trabajador tiene todos los cursos del mundo, sabe lo que tiene que hacer, está bien equipado... ¿Y por qué comete una imprudencia? Bueno, hay teorías interesantes. Por ejemplo, la de la homeoestasis del riesgo, que dice que nuestro cerebro tiene tendencia a compensar riesgos inferiores en un área asumiendo riesgos mayores en otra. En Suecia se comprobó con una flota de camiones a los que se incorporó el sistema ABS y los accidentes en vez de bajar, subieron. ¿Por qué? Porque los camioneros, al saber que tenían ABS, forzaban más la maquina. También en Suecia, cuando pasaron de conducir por la izquierda a la derecha se esperaban un aumento de siniestralidad vial, pero ocurrió lo contrario. ¿Por qué? Porque los conductores iban más pendientes.


(Fuente: Diario SUR)

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