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Editorial

La Ley 31/95 (LPRL en adelante) afecta a los Servicios de Prevención y Extinción de Incendios. Sin embargo no se ha desarrollado un Real Decreto que desarrolle esta ley, que no está pensada para bomberos, sino para la generalidad de los trabajadores. La Guardia Civil, Policía Nacional o Ejército sí lo tienen.
Sobre si debe desarrollarse este Real Decreto o sobre si debe aplicarse plenamente la actual LPRL, hay un debate abierto hoy día en el sector, pero no se ha desarrollado un estudio científico en el que se haya estudiado la siniestralidad de los bomberos. Todo se mueve hasta hoy en el ámbito de las suposiciones o las experiencias personales.
Sin conocer con exactitud la edad a la que los bomberos tienen mayor siniestralidad no resulta coherente establecer las actividades a desarrollar en su puesto de trabajo, su formación, o incluso su edad de jubilación. Sin conocer las horas de trabajo acumuladas por los bomberos accidentados de mayor gravedad, el día en que se accidentan, es difícil justificar un turno de trabajo u otro.

El conocimiento de los datos estadísticos, y su interpretación, de la siniestralidad en estos trabajadores de alto riesgo, se hace imprescindible, también, para tomar decisiones serias sobre cual es la modalidad preventiva más adecuada, cual es la edad adecuada para que el bombero pase a segunda actividad, cual es la formación específica que deben recibir y la periodicidad de su reciclaje, duración de las jornadas laborales a desarrollar, tipo de entrenamiento que deben recibir, o incluso, el conocimiento de la siniestralidad en bomberos se hace necesaria para el propio desarrollo de Normas Técnicas de Prevención (NTP) o en la creación-modificación de normas UNE. Parece obvio que se tenga en cuenta esto en el desarrollo de la normativa, que les debe proteger, alejándolos de la obsoleta imagen del bombero-héroe y acercándolos a la más real y actual imagen del bombero-profesional.

Para prevenir accidentes en el mundo laboral se desarrollan "evaluaciones de riesgos " y "planificaciones preventivas", apoyadas en la valoración de los riesgos, mediante la "probabilidad" de que se produzca el accidente y la "gravedad" en caso de producirse. Se hace de nuevo necesario estudiar en profundidad la siniestralidad de los bomberos, teniendo en cuenta su exposición a múltiples riesgos y su amplio ámbito de trabajo (accidentes de tráfico, inundaciones, accidentes nucleares, químicos o bacteriológicos, trabajos en altura, espacios confinados, etc.); ¿Cómo vamos a poder fijar una "probabilidad" si no hay nada estudiado sobre ella?. La seguridad no puede depender de una apreciación subjetiva o de la intencionada utilización de la variable "probabilidad" en función de lo que convenga adelantar o retrasar una actuación preventiva sobre un riesgo evaluado; y su coste.

En Andalucía se han producido más de 1.500 accidentes laborales en bomberos en los últimos 7 años, de los cuales, sobre aquellos que contaban con una planificación preventiva, no intervino un estudio científico sobre la variable "probabilidad". Si se contara con ello se prevé una bajada de la siniestralidad por una más rápida y eficaz aplicación de las medidas preventivas.

Alejandro Hurtado Balbuena
Grado en Ingeniería Forestal
Master en PRL
Bombero
Universidad de Málaga.

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© Cátedra Prevención y Responsabilidad Social corporativa 2011. Actualizada el 15/03/2022
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